viernes, 7 de enero de 2011

7-1-11

Con once litros de néctar ambarino
que van juntando las figuras
la mesa y sillas, miniaturas
que voy colocando cual ladino,
pues yo dirijo esta escena,
y en mis manos marionetas
que se cantan sordas operetas
para esta primera quincena.
Ninguna gana porque todas
están perdidas de principio,
viven al borde de su precipicio,
y se marcan funerales y bodas
de los que siempre resucitan,
y se atizan con inútiles ceniceros
por el limpio aire del trastero,
sin interés al que luego suscitan
entre los ratones fantasmales
de lo que pasó y ya no debe ser,
ni luego ni siempre, y entonces ver
que vuelven los perdidos ramales
de mil historias, de diez mil futuros;
pero miro esas once simples piezas
que sólo son cuando insuflo destrezas
y mientras en la caja quedan oscuros,
soñando, más allá de su madera
y de nosotros no tan diferentes
como de la verdad siempre carentes
para despertar, por un momento
por la hermosa chispa de la alegría
y ser de momentos buenos ferrería,
y de nuestras almas el mejor aliento
para esta nueva etapa del camino
con once litros de néctar ambarino...

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