viernes, 23 de julio de 2010

23-7-10

Dos pájaros y una verbena
no querían canción de pena,
y por olvidarnos de pataleo
igual hará el contoneo.
Y así, espero lo de siempre,
de la garganta al vientre,
de cada suspiro una fiesta
y caen por la siniestra.
Rimando rápido aquí no espero
si con este salto llego entero,
pues si hay prisa que me acucie
no dejo que el verso se ensucie.
Que mis sueños no sean chantaje,
no son pues camino de peaje,
ahora que ruedo como nuevo
y la ilusión no es cáscara de huevo.
Aquí se acaba otra temporada
siempre buscando la mejorada,
que nunca nos pueda la ambición
y para todos y todas la bendición.

viernes, 16 de julio de 2010

16-7-10

Y entonces ocurrió lo increíble
que entre todos hicieron posible,
de cada calle, bar, paseo y plaza
hicieron la copa servida en taza.
Y por mucho que leña repartieran,
que las naranjas voladoras dieran,
apareció allí el pase definitivo
con su claro remate decisivo.
Atrás muchos años quedaron
y esperanzas frías que volaron,
como desaparecen ante el problema
y dejarse así perdidos entre el dilema.
Y lo que pensaban que era juego de dos
se escapó la ilusión entre sus dedos,
como tampoco hubo tanto peligro
y por la solitaria flecha azul me alegro.
Así en la historia fuimos inscritos
y los sueños sean tan benditos
como así se hacen las epopeyas,
como los besos bajo las estrellas.

viernes, 9 de julio de 2010

9-7-10

Corro a tientas siempre hacia delante
ya sin amigos, y cada metro es un delirio,
equilibrio y concentración, son lo importante.
Buscamos la meta entre el griterío,
y la calle refulge en tintes naranjas
del amanecer que hemos de dejar atrás,
difuminadas banderas de rojas franjas
se confunden con obstáculos que saltarás
volando, en remolinos, aquí están todos
que van rebotando con el empedrado,
referencia y tortura son nuestros codos
como si también lo viera el cefalópodo
que nos dice que llegaremos al destino,
como el que da por ignorados sus errores,
pero no hay nada que no desvele el camino
y será solo que de lo pasado vemos los fulgores.

Oigo el estruendo, el calor que se acerca,
y miro al cielo solo por un instante,
cruzan tantas cosas por mi cabeza hueca
y el aire que necesito está yendo delante.

De repente, todo echa a rodar
sé que éste es nuestro momento,
miedo y disfrute, me van a desbordar
y sentimos, corremos, pasamos como el viento,
y el esfuerzo se convierte en múltiple emoción
que siempre sacas de tan dentro de ti,
entonces por fin recibo la bendición
y esquivo al último toro que viene detrás de mí.

viernes, 2 de julio de 2010

2-7-10

Si el calor se volviera tempestad
mis raras sensaciones serán holgura,
y los topos duermen bajo la ciudad
mientras arriba se propaga la locura,
reclamando el frugal buen recaudo
y la egoísta trifulca de las palabras.
A veces tan cansado que no aplaudo
ni lo que me deja el camino de las cebras,
o como esa tal mayor frustración
que es la de los ojos que no vieron,
ya que es tanta nuestra inmersión
que las banderas nos imbuyeron,
de promesas y de tambores mudos
y de la torpeza que nos revoluciona
más allá del bochorno y los pases agudos,
y tanto más que nos emociona.
El caso es vigilar esa amplia confianza,
no correr lejos de las cadenas de otros
y no tentar vacío a la antigua usanza
con lo que quede marcado en los rostros.
Usemos las nuevas piedras construidas
que sustenten fuertes la ilusión,
millones de ilusiones coloridas
para con cada final, su bendición.