viernes, 31 de diciembre de 2010

31-12-10

Restaron nuestras dos alas
y así echando cuentas finales,
contraídos de tanto contrato,
ya no hacen falta siquiera balas
al rodearnos de causas banales
que van del portal al estrellato.
Cerrando década de la locura
con el canto triste de un disco
que en su giro nos perdimos,
febril y desquiciada diablura,
y nuestro sueño, más arisco
cada vez que luego supimos
pasar de cierta pasajera ilusión
al tedio de color gris perlado,
como nubes en esa fría espera
de besos y abrazos sin ocasión,
de mi ira, mi pena, no sean legado
o miedo al que sucumbe cualquiera.
Tres mil días, que también recuerdos,
para pintar redes y paredes de tan dentro,
que se mezclen bien la sombra y la alegría
de cerca y allá lejos, de ganados o perdidos,
pero que nos pasaron siempre por tan adentro
que al final, futuro, destino o bendición se obtendría.

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