viernes, 4 de junio de 2010

4-6-10

Da la luz y la gris penumbra
que llegará para tanto tiempo,
como quien quisiera detener el viento
y no hallaran hoja que les cubra.

Del sol y del mar un muñeco crearon,
despertó en el país de las cosas incompletas
y vivía de esperanzas tan repletas
que sus propias sombras le acecharon.
Por desgracia, su amor nunca fue estático,
es la caricia que en el miedo puede caber,
como el frío ímprobo que sintió al ver
que todas sus flores eran de plástico.

Si al poner los pies en la tierra
sobre él saltaron las ilusiones,
sus sueños, quemados en tensiones,
su desenlace, las lágrimas del que yerra.
No hay burla, no hay maldad,
solo ese tan vasto silencio
que regalan las costas del desprecio,
fundido en negro, de diáfana realidad.

Amigo, no son piratas sino gaviotas
que al contacto nos mandan fuera,
no porque el destino así lo quiera
sino que de la voluntad son sus cuotas.
Pero cerrando el campo sus puertas
por siempre encontraremos las alas,
pues sin miedo cualquier bien avalas
y por fin cuadrarán todas las cuentas.

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