viernes, 23 de enero de 2009

23-1-09

Hay una vieja historia
que cuentan bajo una nube gris,
y van de susurros por su memoria;
pues una noche de tal feliz gloria
no quisieron dejarse ni un matiz.

La escena es de una vieja posada
de la que ayer se cayeron cinco tejas;
al intentar dejarla arreglada,
fue un niño de largas las orejas
y bajo mano daba, y también se quedaba.

El posadero tiene un delirio
que no se reparten muy bien sus vecinos;
pues cuando se pasa con la fiesta,
de mal reunidos suenan a martillo
y tumbados por el vino.

También está el amigo de su hijo
que porta alegre una corona;
en la algarabía no desentona:
ese dicen que arregla el tejado fijo,
y que baila entre lascas de pizarra.

¡Oh, que suerte que al final llegaron,
y aunque no todos corearon!
Hay un par que miran a otro lado
Unos contemplando, que si uno cayó aparte,
y el otro es de los que reparten.

La jefa bebía y bebía largamente
y la sopa se puso a cantar;
lamento por unos desaparecidos,
a los dineros tercamente,
si es que vienen por ese par.

El que vino de Logroño ha pegado un brinco,
del madroño pasa larga la vaca;
y allí, y aún no me lo explico
empezaron todos a saltar por la tasca
cual lunática por dorados caminos.

Luego, se pasa la noche en pleno movimiento:
De charanga vuelan largas, tantas las cervezas
y de malos pases, los compadres en harto desatino
muchos temen por sus cabezas,
¡y se juzga preventino!

El del fosforito anda que alucina,
que no atina con la puerta.
Temblando, serruchando, va que alcanza la cocina,
y el posadero destemplando la cuerda,
diciendo: ¿Es que hoy también sonamos a remontada?

Más rápido cantan a mil voces claras;
y de por ser un tanto protegido,
los fogones con un rugido,
aqui dentro no se queda nadie
y ni desfilan las cucharas.

¡Y con tanto se desata la locura!
La sopa salta sobre el madroño,
y coronado queda el retoño,
los otros recojen blancas las tarjetas,
ríen y lloran todos al tiempo con desmesura.

Al final el sol prepara las tostadas,
mientras todos roncan entre trinos,
ya no despiertos quedan ni los substitutos.
Y yo al afán de los estudios vespertinos,
que de despedida y desayuno empanadas
de sueño, bendición, vida o gloria,
de temporada, aquí más bien por concluida.

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