viernes, 4 de marzo de 2011

4-3-11

Y llegué, allí donde el tren paró
y lentas las puertas se abrieron,
un mudo reloj mi vista capturó,
y mis pasos el andén sintieron.
Miré alrededor los compañeros
su guiño, su sonrisa, su valor;
las maletas siempre a cuestas
y de fondo el olor del vapor.
No hay tiempo, no hay distancia,
ante mis ojos yo no te sabría decir
si las cosas pasan, o por constancia
me dejo rápido llevar y seducir.
Quisieron mis palabras ser dichas
juntadas en otras tantas huellas,
ser guías, ser aire, ser brochas
y tener siempre un rescoldo de ella.
Un discurso que pareció real
entre plumas negras y blancas,
trenzadas en un mundo irreal
de luchas que quedaron roncas.
Y al fondo el mar, que prevalece
más que esos que ya quisieron
estar ahí siempre, al que se queje,
al que llore, las olas le barrieron.
Y el resto, aunque tan diferentes
todos uno, vimos otros trenes,
otros caminos que siguieron
aquí y allá recuerdos inherentes
a nuestras vidas y percepciones,
unos corren, otros no quieren tanto,
el tren que me lleva a otras estaciones
no puede romper éste nuestro canto,
porque todos los destinos son lanzadera
que arriban juntos a la misma primavera.

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