Solo quiero que tú no me falles
pues ni nosotros sabemos quienes
son los que corren por las calles
y no hay manera del que vacío llenes.
Nunca peor supo el segundo plato
como allá lejos se desató la furia,
que el humor dejó de ser barato
y a mordiscos va nuestra historia.
Es más, tanta tensión es la que cargas
persiguiendo el sueño por las noches,
que cada día ya son más largas,
y mi alma se esconde entre estuches.
Es verdad que no lo pensaba
saliendo tan malamente escopetado,
porque quien no acierta acaba
recibiendo lo contrario esperado.
Y con los reproches vendrás ahogando
que son tijera, pesa y envoltorio,
que tanto llevan jugando y picando
y a nuestro tiempo satisfactorio.
Si por callarme me diera cuenta
que estar contento no es en vano,
nunca tendremos minuto noventa
en nuestra buena lucha, es lo más sano.
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