Escondido bajo el sombrero
y viendo pasar los tiempos
por volar el mundo entero
más raudo que quinientos.
Por remontar de tal modo
y jugar siempre a la última
donde nada vale todo
por descontado la alta estima.
No le digáis a mis estrellas
que abajo doblé sus pares,
diferentes fueron las doncellas
de la suerte crepusculares.
Y que nunca os quiten lo propio
aunque con sus palabras vengan,
pues quien del esfuerzo hizo acopio
lo mejor y la verdadera cima le esperan.
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